Estamos al Aire

Estamos al Aire
Welcome to the jungle

martes, 10 de febrero de 2015

¿Nada más pasa? ¿Nada más importa?

La verdad, y con certeza escribo esto, me siento como la mierda. Pero no como una mierda de un tipo sano y fuerte, sino como la mierda de un enfermo terminal. Ustedes seguro podrán visualizar como.

Los asuntos de la vida se vuelven cada vez más difíciles. La barba crece, el pelo se cae y las obligaciones son cada vez distintas y peores. Es así, crecer pasa. Todo pasa, como decía Grondona. Los sentimientos pasan, los amigos pasan, los amores pasan, incluso la familia pasa. Lo que pasa es lo que ocurre.

Ocurre que los sentimientos de joven que uno solía pensar se esfuman, la vieja libertad y el tiempo de ocio para romper las pelotas, una vez que se adquieren obligaciones típicas o atípicas de un adulto, se desvanecen. Son sólo un recuerdo que queda perdido por algún lugar de la memoria, y que en algún momento, uno se acuerda.

Los amigos ocurren. Son una de las joyas de la vida, pero con el tiempo, también crecen. Los sentimientos son otros, pero por el simple hecho de que se han desligado de uno, ya no son amigos, quizás por el éxito o la vergüenza. Pasan a ser otros recuerdos. Sólo si han sido realmente atentos y fieles al valor de la amistad pueden perdurar. Si no, pasan. O nosotros mismos los hacemos pasar. Una vez más, no son sólo más que recuerdos. "¿Te acordás de aquel? Ese día que se fueron a la casa del otro a verse con aquellos y los demás para hacer algo. Si de ese, y de esos" , te va a decir tu mente en algún punto.

Los amores, ocurren. Pueden ser lo mejor o lo peor. Uno al principio tiene una falsa sensación de estar perdidamente enamorado, y es que, cuando se es joven no es nada más que calentura. Cuando la relación (y uno mismo) madura, se puede percibir que ya no es calentura: o es para siempre, o es para el cansancio. Si es para siempre, bienvenido seas, al mundo del amor y la pareja eterna, que está plagado de peleas y divergencias, pero en eso, hay más que eso mismo: comprensión. Amor. Hay algo que te obliga (por que querés) a seguir con la persona que está a tu lado. Será porque es la única que siempre ha estado ahí. Te conoce, en lo que tus amigos o incluso tus familiares no te conocen. Ella (en mi caso) es especial. No hay nadie como ella, nadie que pueda siquiera conocerme de una manera tan particular. Antes de verla triste, es mejor la muerte. Antes de siquiera intentar dejarla, es mejor pensar y pensar. Antes de imaginarte sin ella, de nuevo, es mejor la muerte. Si ha estado una vez, por más idiota que sea el motivo, va a estar de nuevo. Y uno para ella, también. No puedo, ni puede nadie, olvidarse de esto.

Si es para el cansancio, todo es en vano. No hay vuelta atrás. Por más que se quiera, ya no se puede. Si uno es ingrato, o el o ella lo es, ahí termina todo. Después, seguro que todo duele. Todavía no llegué ahí. Me han roto el corazón, pero no es más que un burdo amor pasajero. Rápido. De calentura adolescente, diría vulgarmente.

Los familiares, ocurren, pasan y pasan. Son los más cercanos. Si mis amigos no son un buen oído, si mi pareja no es lo suficientemente óptima y si mis sentimientos, malos sentimientos, me consumen, simplemente se va a pedir un oído a la familia. Mamá, papá, hermanos, abuela, tía, tío, primos. Son los únicos, que sin importar las circunstancias van a seguir pegados a uno, como uña y carne. Son especiales por ello, por que hay un lazo de sangre que los une. Quizás, los únicos que se preocupan por nuestras lágrimas, que creen que no son de cocodrilo, que también las derraman, o las sienten como propias. Pero hay veces que los mismos sentimientos, que con el tiempo pasan, nos alejan de la familia. Igual, se sufre mucho por ellos. (Perdoname si al evocarte se me pianta un lagrimón!)

Cuando pasan los sentimientos, los amigos, los amores, y la familia empieza el ciclo. Cuando no se tiene un oído que escuche, una boca alentadora, o una cabeza comprensiva, es dónde uno empieza a acorralarse. Nada bueno puede venir después. Y si se tiene todo lo mencionado, y aún así no hay un oído, entonces es definitivo y peor: todo lo malo va a después.

El cerebro es una empresa: trabaja todo el día, descansa, recibe un salario y vacaciones. Pero si hay algo que impide su funcionamiento, se desploma. En la Crisis del 29 pasó. Si alguna crisis afecta al cerebro, este se cae en picada. Si el cerebro deja de funcionar, cae en picada, se desploma o ya no es el mismo, es donde uno empieza a pasarle a los sentimientos, a los amigos, al amor y a la familia.

Es el momento en donde las piernas, cansadas, ya no pueden mantener el cuerpo. Donde el corazón, apuñalado, respira con dificultad. Donde el cerebro, desplomado, deja de funcionar. Donde ya nada anda bien en mi equilibrio. Estoy desestabilizado, desbalanceado, desproporcionado. Es donde, ya no hay una armonía entre ellos. Es donde se rompe todo, y no queda un mísero sentido para seguir siendo uno. Y ya no se puede ser otro, porque ahí mismo es en donde termina mi ser. Ya no puedo seguir siendo yo, tengo que dejar de existir. Ahora, suena buena alternativa el exilio y empezar de nuevo. Pero eso significa dinero, tiempo, y huevos (que me parece, me faltan). Cuando no se tienen esas cosas, no se puede empezar el exilio, y para dejar de existir sólo queda la muerte. La soledad de tener todo y al mismo tiempo de que ese todo sea sordo, es lo que lleva a este camino. Desaparecen todos los sentimientos, se lastima a los amigos, a la pareja y a la familia. Todo como si nunca hubiese desaparecido. Y aunque los demás lloren al principio, durante un mes o un año, es el tiempo quién realmente sepulta a los muertos, porque ni siquiera los pensamientos uno revive. Eso es una cruel mentira. Los muertos mueren, los vivos viven. Los últimos nos olvidamos de los primeros... pero cuando se es mudo en vida, o los que están a la vuelta son sordos, es mejor pasar a otro plano, que no incluya sentir nada.

Saludos.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario